¡LA COMUNA DE LOS NADIE!


Frente a la extensión globalizada del nihilismo, el arrojo a la catástrofe de nuestras antiguas representaciones nos obliga a asumir nuevos lugares, construir nuevos espacios, retomar de la nada la potencia de nuestra golpeada experiencia para trazar nuevas cartografías, en la furibunda comuna de la nada, para okupar las vidas destrozadas, desplazadas, exiliadas, por la movilización total y despiadada del capital. Es así como retornamos siempre ininteligibles, siembre inapropiables, siempre rebeldes al orden de muerte de esta sociedad.

¡LA COMUNA DE LOS NADIE!...
"porque no existe otro lenguaje, somos un balbuceo en el lenguaje del poder..." (miradas extraviadas, mar traful, 2002)

jueves, 16 de junio de 2011

contra el fetichismo obrero...


“la clase, al igual que toda totalidad, no puede nunca, en un universo-mosaico, implicarlo todo. Cualquiera sea la enorme porción de elementos que ella pueda llevar a la unidad, siempre hay algo que queda por fuera, independiente y autónomo, para lo cual el socialismo fue y sigue siendo su pesadilla. Presuponiendo que el mundo del capital es “uno”(lo que es lo mismo, dividido en dos), el marxismo ha contribuido potentemente a construir su unidad “absoluta y completa”, y ya ha hecho pagar un alto precio a todo aquello que se sustrae o que se desborda” (Mauricio lazzarato, “Multiplicidad, totalidad, política”)
Las diversas polémicas que mantienen el devenir del anarquismo local han previsto un continuo desencuentro que transita desde el plano de lo ideológico-clásico con la realidad haciendo destellar la superficie del fetiche obrerista del tradicionalismo vanguardista con flujos de pragmatismos históricos que le desbordan y sitúan en un lugar contrario al consecuente históricamente: el conservadurismo.
La centralidad de la lógica reivindicativa del discurso revolucionario tradicional mantiene un frente local, el de clase, que expande a la totalidad del espacio histórico presente, manteniendo una disposición universalista anacrónica, un posicionamiento distante frente a las prácticas a las cuales se propone acompañar, dirigir, coordinar, etc, (multiplicidad que da cuenta de la variada gamma de fracciones totalizantes que copan el campo obrerista-revolucionario) y que consigue dar pasos errados en cuanto al propio apelativo: Revolucionario.
A continuación daré tres ejes temáticos a discusión para enfrentar la problemática. En un primer punto, la disolución del sujeto-político proletario como sujeto inherentemente revolucionario, debido a la descentralidad del campo de las relaciones de producción en lo que respecta al campo de la vida y la disolución del conflicto de clase como único vector del desarrollo progresivo de la vida en las actuales condiciones materiales de existencia. Como segundo punto, el carácter conservador-crítico de las cópulas político-revolucionarias del marxismo y el anarquismo respecto a la lucha antisistémica en la actualidad, junto al fundacionalismo remitificador de principios dogmáticos universales para enfrentar la subversión, la revuelta, y el discurso en un contexto de disolución de las clases. Y en un tercer punto, el antiautoritarismo, el antireformismo, la participación activa individual y colectiva junto a la transversalidad en redes de la acción anticapitalista en el contexto.
El anarquismo, como dice Ferrer[1], pese a las brutales persecuciones que ha tenido,ha sabido sobrevenir por ese carácter inherentemente libertario que lo dinamiza, y que le ha posibilitado reinventarse constantemente según la contingencia que le hace emerger, una contingencia que lo mantiene sujeto siempre a las vicisitudes históricas de tensión social, agitación constante, por individualides y colectividades en conflicto con los marcos, las normas, la ley, la mercancía, etc. Un carácter libertario que lo hace siempre presente respecto a su contexto, respecto a las reconfiguraciones institucionales del poder y el capital. Por lo cual, un pensamiento que se sostiene en las prácticas de aquellos que lo reivindican, que lo promueven y agitan, en su presente real. Es por esto que el pensar libertario del anarquismo siempre ha sido fragmentado, socialmente correspondido con la realidad social, en la cual éste se ha prestado como arma inquietante frente a los objetivos históricamente “clásicos”: el Estado y el Capital. Fragmentado porque desde sus primeros pensadores se acuesta en formas sociales clásicas, que con el tiempo fue teniendo que irse reinventando y rearmando según se van ampliando las voces discrepantes junto a nuevas prácticas sociales subversivas y libertarias, contra a un orden. Nunca el orden ha sido el mismo, ni las configuraciones de las instituciones que lo mantienen. Pretender al anarquismo realmente revolucionario en los contextos es posible y lo ha sido, por lo mismo su persecución, sus alcances, su perdurabilidad. No obstante, cuestionarse el discurso anarquista en el hoy, es una necesidad al hacer oídos a consignas anacrónicas, estrategias vacías, objetivos y principios trascendentales, contrarios completamente con su historia. Aún más, cuando este adquiere modulares formas autoritarias con las cuales el anarquismo ha sido reticente en su inherente movimiento tendiente a la participación, horizontalidad, autonomía y lenguaje reconstructivo. Pretender al anarquismo situarse en una realidad social totalizada por un eje común de lucha, y al mismo tiempo, patentizarlo a un sector entre múltiples (el burgués en el capitalismo, el proletario en el comunismo), dando cuenta de la fragmentariedad social del hoy, es una renga que hay que extirpar al ser esta un principio que en la historia ha traicionado a los diversos agentes revolucionarios que han pretendido producir nuevas prácticas más allá de los sistemas históricamente hegemónicos, y que transitan en el péndulo de la soberanía burguesa, sus estructuras y categorías. La lucha realmente abierta y subversiva en el hoy debe agrietar las categorias totalizantes con las cuales las vanguardias han pretendido aunar a los individuos tradicionalmente, rechazar los contratos sociales espectrales que para pretender la tranquilidad social levantan instituciones cohercitivas del Todo frente al Uno, incitar la guerra contra todo ejercicio soberano de unos sobre otros, y hacer patente nuestras múltiples relaciones y prácticas locales, singulares unas de otras, para dar cuenta que la lucha es una constante y que no responde a fenómenos universales sino a experiencias diversas de autoritarismo, explotación, discriminación, represión, etc, y que van encaminadas a universalizar en un sólo eje las más diversas relaciones (“sea la de la relación del capital o la de clase y revolución”).
La mirada del anarquismo en el hoy requiere responder a las condiciones reales en las cuales hoy se “moviliza”[2] la vida (cuando la vida y el capital se hacen uno), y que desborda los sectores aislados de producción (la fábrica, la escuela, la universidad, los hospitales, la familia, etc) fluyendo en lo que es la vida misma, por ejemplo el ocio, e incluso las prácticas económicas autogestionarias conque muchos evadimos el trabajo asalariado, pero que no hacen más que poner la lógica del plusvalor como eje rector de nuestras vidas, afirmando con inconciencia el principio universal de la sociedad neoliberal. Afirmar la vida, es ser activa y constantemente disrruptor de las formas sociales virtuales en las que yacemos insertos, abriendo espacios de encuentro y desencuentro que permitan poner en discusión-acción las lógicas tradicionales de organización, afirmando la multiplicidad de experiencias, diferencias, que nos individualizan a unos respecto de otros, pero que nos permiten coordinar nuevas prácticas que vayan más allá de las fetichizadas por romanticos rebeldes que mantienen como estandarte la bravura revolucionaria del siglo XIX, potenciar prácticas que yacen “afuera” de las prácticas tradicionalmente conocidas y que NO rememoran los principios que la sociedad del autoritarismo y la explotación requiere para mantener su hegemonía. Hacer germinar conocimientos que no pretendan soberanamente aunar la multiplicidad de la sociedad sino diversificar prácticas, relaciones entre hombres, animales, naturaleza; coordinar y producir redes de comunicación y afinidad para producir prácticas que en sí saboteen las lógicas tradicionales de convivencia social burguesa-proletaria, que no hacen otra cosa que frenar y delegar a la sociedad del consumo y la producción virtual de capital las prácticas de vida de los individuos en su diferencia. Esperar la derrota del capital construyendo formas universales que le potencian en su desarrollo y profundización con discursos fetichistas y anacrónicos de lucha de clases u otras categorias de masificación nos hará caer en la repetición de estrategias autoritarias y fatalistas las cuales ya conocemos muy bien y que hoy asesinan a tantos que desde la exterioridad de las formas tradicionales incitan a crear nuevas formas de aprehender la vida apropiada por el capital. Insisto que frenar la discusión con revisionismos anacrónicos y fetichistas nos pueden simplemente devolver a una acción endeble y torpe, mas aún cuando los objetivos y principios que establece la lucha subversiva en el hoy, requiere que el principal objetivo sean las categorias modernas de universo, con las cuales el individuo en su singularidad siempre ha sido “subsumido” a categorias utilitarias, y por qué no, en respuesta directa al artículo de Hombre y Sociedad “contra el fetichismo obrero”, idealistas, modernas y hegeliano-marxista, por consiguiente, las cimientes de la dialéctica con la cual el espacio soberano del capital no cambia ni se destruye sino cambia de color.

Salud y anarquía


[1]    Ferrer, Christian. “El lenguaje libertario”, Sobre los libertarios.
[2]    Concepto ocupado por el escritor “okupa”, como le llaman, Santiago López Petit, autor de textos como “la vida como acto de sabotaje”, “No hay sino respuestas a respuestas”, “algunas reflexiones muy provisionales sobre precariedad”, entre otros. Textos a encontrar en : http://caosmosis.acracia.net.

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